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Reconocemos que todo individuo es producto de su genética y del medio ambiente que lo rodea pero, no todos trascienden fuera de su ámbito familiar, la mayoría, lo hace discreta y limitadamente, solo unos pocos llegan al clímax de lograr trascender. Fernando Ortiz Monasterio ya lo ha hecho.


Su genética, heredada directamente de sus padres Don Fernando Ortiz Monasterio  XXXXX y Doña Carmen Garay xxxxxxxx, me consta por que los conocí, lo engendraron en el año de 1922 para que naciera, en esta ciudad de México, con carga genética favorable, el 23 de Julio del año 1923 siendo el primero de los 10 descendientes de dicha pareja, en medio de un ambiente elegante, de costumbres refinadas, trabajadores, ordenados, eficientes, intelectuales, cultos, conservadores pero progresistas, rebeldes, bien relacionados pero, sin grandes recursos económicos. Eso los formó mejor.



Su principal herramienta siempre fue la intelectual por lo que la escuela, la lectura, la inquietud, el escepticismo, la cultura, la búsqueda de la excelencia, la ciencia y el arte siempre estuvieron presentes  en su desarrollo y evolución. Eso lo marcó y determinó su proceder para toda la vida apegándose a los mas puros principios del método científico.



Para Fernando Ortiz Monasterio y de Garay, la genética y el medio ambiente le fueron favorables sin embargo eso no es todo. El individuo siempre tiene que hacer algo mas para lograr destacar y ser reconocido. Ortiz Monasterio, el Mexicano nacionalista, Médico, Profesor, Investigador, Deportista, Historiador, Arqueólogo, Humanista, Cirujano, Mecenas, Director, Académico, Filántropo, Escritor, Artista, Bibliófilo, Antropólogo, Amigo, Conferencista y  muchos títulos mas, que siempre con orgullo llevó, hizo mucho por su cuenta para alcanzar tantas distinciones como consta en varios de los relatos que encontrarán adelante.

Por allá de los años 2080 – 85, ¿Quien será el último sobreviviente de los alumnos directos del Profesor Ortiz Monasterio que siga guardando y narrando recuerdos vivos de nuestro querido maestro?. Seguro que habrá alguno y que seguirá hablando del profesor.  Para trascender por supuesto que hay otras formas; Una de ellas es a través de sus legados escritos, libros y artículos, no hay duda que se le seguirá mencionando por mucho tiempo mas.  Eso es trascender.  Trascienden los individuos probos que durante su existencia marcaron pautas, delinearon senderos, hicieron acciones sociales, rompieron paradigmas, crearon, con su ciencia y conducta, nuevos caminos y dejaron constancias palpables de ello. Eso hizo Ortiz Monasterio que desde ya, es reconocido como un hombre non, fuera de serie y ahora trascendental.

Trascender …

Dr. Fernando Ortíz Monasterio...

Como... Vida Familiar 

Foto Familiar de 1950

Su aglutinado grupo familiar siempre fue muy unido en un matriarcado bien establecido, con manifestaciones internas variables y plurales y hasta extremistas o liberales pero, con respeto absoluto a las ideas de los pares. Con sus hermanos siempre hubo identificación, amor, competencia e integración filial. Aunque él no era religioso, condición que le vino por el lado paterno,  la religión siempre estuvo involucrada en su vida ya que su madre, Doña Carmen, si lo era profundamente por lo que siempre asistió a escuelas privadas de corte católico.

Existe la anécdota  de que “Ella (su madre) no podía morir hasta que su hijo Fernando no se convirtiera y regresara a la vida católica”  cosa, que el propio Fernando alegaba “Que no se podía convertir porque entonces, al hacerlo, su madre fallecería”  y, así se la llevaron por muchos años. Algunos de sus hermanos inclusive abrazaron la vida religiosa y finalmente, Doña Carmen falleció a los 91 años de edad sin lograr ese propósito pero, con la satisfacción de haber convivido con mas de 110 descendientes directos y haber tenido una familia muy unida y feliz.

En el desarrollo y transcurso del tiempo Fernando integró, poco a poco a su propia familia. Primero conoció y ligó su vida a la de Leonor Prieto Herrera (Pollito). Fantástica mujer de origen Tapatío y Huasteco con quien, según sus propias palabras, transcritas en una semblanza por mi efectuada y publicada por la UNAM en 1996, en el marco de la celebración del septuagésimo quinto aniversario de la apertura de la Universidad Nacional  Nuestros Maestros. Profesores e Investigadores Eméritos. (Tomo III, págs.. 131-39) dice; “El mas preciado regalo que he recibido en mi vida es la compañía de Leonor, adorable mujer con la que he tenido un largo y perdurable affair amoroso”. 


Muy cierto, Leonor fue un regalo para todos, muy querida y respetada. 
Con el amor que siempre se profesaron, engendraron  ocho hijos, seis hombres y dos mujeres, (Leonor, Fernando, Javier, Pablo, Patricia, José, Santiago y Diego) fabricados casi a imagen y semejanza de los progenitores y herederos de las características, cualidades y virtudes de sus padres.

Ortiz Monasterio fue un buen hijo, magnífico hermano, esposo cumplidor y amoroso, padre afectuoso con una destacada relación con sus hijos, optimista por naturaleza, franco de carácter, generoso, divertido y muy participativo de la familia y de la fiesta, un gran amigo.   La gran familia extendida de FOM fuimos sus alumnos.  Siempre se refirió a nosotros (Hasta en su último cumpleaños en Julio del 2012) como eso, “Su Familia Extendida”.

Cada uno de sus residentes fue personalmente seleccionado, cuidado y desarrollado con su toque personal. Al cabo del tiempo y por su propia iniciativa cultivó, cuidó, promovió esa relación filial.  No dejó a ninguno al garete.


El secreto de FOM …………………..

Profesor  de nuestra  especialidad por 50 años in interrumpidos, entrenó a mas de 500 residentes y  fellows en su programa, la gran mayoría de ellos tienen una práctica sobresaliente en México y varios países del mundo.  Muchos de ellos ahora distinguidos profesores que siguen las normas y criterios transmitidos por el Gran Profesor Fernando Ortiz Monasterio.   Su escuela sigue viva.    Eso es trascender.
                                                                                       

Dr. Ignacio Trigos Micoló.

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