

El proceso enseñanza aprendizaje es un contrato no escrito entre alguien que quiere enseñar y alguien que quiere aprender.
Si nos apegamos íntegramente a este enunciado, puedo afirmar que el Dr. Ortiz Monasterio cumplió siempre con ambas partes.
Los que tuvimos la fortuna de compartir sus enseñanzas, nos referíamos a el Dr. Fernando Ortiz Monasterio como el Maestro, y todos sabíamos a quien nos referíamos. Después, al terminar la residencia, seguimos hablando de el de la misma manera. Lo trascendente del asunto es que otros cirujanos formados en otras escuelas, también se refieren a él de la misma manera. El asunto del maestro no necesita más líneas al respecto, lo fué toda su vida. Pero ¿que hay de su faceta de alumno?
No menos importante fue su formación como médico, pero solo me referiré al mundo de la cirugía plástica.
Ya iniciado en la cirugía general, y teniendo un futuro promisorio, dejó todo para irse a formar como cirujano plástico en los Estados Unidos. Al regresar a México, formó el servicio de cirugía plástica en el Hospital General de México, que hoy lleva su nombre. Pero eso no fué el fín, fué el inicio de un constante aprendizaje. Rodeado por jóvenes “a los que les quitaba su energía” se enfrascaba diariamente, en la sesión de las 7 am, en discusiones que algunas veces terminaban en un “hoy en la mañana antes de venir al hospital estaba revisando tal artículo en tal revista………….” ¿a que hora se despertaba, a que hora dormía? Tenía el empuje suficiente para decir, “vamos a revisar tal tema y mañana lo discutiremos” y al día siguiente era el que más sabía al respecto.
Pero no se conformó con ser autodidacta, ni fué temeroso al decir en un congreso “ya acabó el receso, vamos a ver que aprendemos”.
En los concursos de residentes era el primero en llegar y el último en retirarse “buscando idéas para su servicio”.
Cuando empezó la cirugía craneofacial, se fue a París a estudiar los secretos de dicha área quirúrgica. Tal vez fue su etapa máxima como alumno. Luego aportó muchas idéas, y nos enseño mucho, pero todo gracias a que buscó donde aprender y ser un buen alumno.
En el servicio siempre teníamos profesores invitados, nacionales y extranjeros que venían por días o semanas. Nosotros aprendíamos, pero el también; era una forma inteligente de ser un alumno más, sin opacar su categoría de maestro.
Innovador siempre, también mandó a sus alumnos a estancias en otros servicios o paises, para que luego vinieran a transmitirnos lo nuevo. El siempre estaba en primera fila para aprender, digería el conocimiento, lo modificaba y lo implementaba.
¿maestro o alumno, alumno o maestro?
Yo me quedo con la trayectoria innegable de maestro, y el ejemplo constante de alumno.
Gracias Maestro.
Dr. Carlos Del Vecchyo Calcáneo