
Dr. Fernando Ortíz Monasterio...
Como.. El humanista

Agradezco el honor de tener la oportunidad de escribir unas letras in memorian de quien fuera uno de los personajes que hicieron historia en la cirugía plástica no solo mexicana sino mundial y hacerlo desde el punto de vista de su faceta humanista, es sensacional. Por definición el humanismo compendia al hombre en una totalidad que integra dentro de su ser, pensamiento, sentimiento y voluntad lo que le permite autorealizarse. El permitirme recordar a este personaje de características excepcionales con habilidad innata para intuir fenómenos aún no descritos y no solo de intuirlos sino discutirlos, experimentarlos y transformarlos en investigación formal para después publicarlos y así divulgar los conocimientos adquiridos, por perseguir ante todo el acercarse a la verdad del conocimiento, le llevo al Maestro a ser un fuera de serie. El haberse apegado siempre a las verdades universales de la ciencia, pero reconociendo que lo que es cierto a la luz de los conocimientos de determinado momento, no significa que será una verdad eterna, le hizo reconocer la posibilidad del cambio de paradigmas y siempre busco la verdad científica, no para autoelogiarse, sino para difundir el conocimiento, simplemente, por el placer de aprender, comunicar y enseñar, todo lo cual hizo que Don Fernando Ortiz Monasterio doctor honoris causa y maestro emérito por la UNAM fuese uno de los grandes humanistas del siglo XX.
Como humanista consumado creyó siempre que el hombre es el único responsable de su destino, se preocupo por que su formación fuera integral y busco su desarrollo en su dimensión física, intelectual y espiritual; fue un consumado tenista, amante del veleo, del vuelo en planeador, incluso alguna vez utilizó un parapente, caballero impecable , siempre bien vestido; fue un amante de la música clásica y de la opera, recuerdo que alguna vez nos invito a Fernando (mi marido) y a mí a compartir sus sábados de opera en el auditorio nacional con transmisión en vivo desde del Lincoln Center. Poseedor de una gran colección de obra de arte pictórica y escultórica que amaba y se complacía en contemplar y estudiar, fue pertinaz investigador con imaginación y conciencia, buscador de la razón. Sin lugar a duda fue un gran profesor, su gran carisma y capacidad de transmisión de conocimientos le hizo ser uno de los más solicitados. Sus conferencias y clases eran tan amenas pues en ellas no solo enseñaba medicina, siempre había algo de historia, o de literatura. puedo decir que si el alumno demostraba inteligencia estaba presto a enseñar, alguna vez le oí decír " no me gusta desperdiciar mi tiempo"...
Fue un ser humano equilibrado, abierto a críticas y dispuesto a respetar opiniones en contra, si percibía que estaban fundadas; de espíritu abierto y mente creadora, seguramente conocía muy bien sus limitaciones y se rodeo de los profesionales ideales para complementarse.
Nunca dejo de aprender, siempre decía que era muy importante el enriquecimiento interior, ahora sabemos que no solo se autorealizo, también logro trascender a través de sus múltiples discípulos, de sus escritos y sobre todo a través de su manera de ser, de hacer y de trasmitir, siempre fiel a sus convicciones “la vida debe vivirse en su totalidad, con sus retos y responsabilidades, lo que se inicio debe ser concluido, el espíritu debe vivir en constante tensión creadora”.
¡¡Gracias Maestro !! por haber compartido su vida con El Hospital General De México, no solo cuando fundó el servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva, sino cuando le invitamos a volver a él como profesor. Su ejemplo y enseñanzas prevalecerán por siempre.
Dra. Silvia Espinosa Maceda